Bajo el metal

Bajo el metal | Irene Morales | La Galera | Ciencia ficción | Autonclusiva | 288 páginas | 17,50€ | 9788424667184 | Comprar en físico

Hotaro e Ichiro son dos mecatrónicos de los bajos fondos de la desértica ciudad de Tokio. Su fama de aceptar cualquier encargo, por truculento o retorcido que sea, lleva a un capo de la mafia a proponerles un nuevo y jugoso trabajo: arreglar y actualizar al último neómano del país, un androide ilegal al que planea subastar entre las altas esferas.

El problema surge cuando Hotaro, encargado de la actualización de Akaashi, el androide, empieza a sospechar que no solo los pujadores están interesados en el robot y que un solo paso en falso podría desencadenar la destrucción (o salvación) de la ciudad.

La verdad es que yo no tenía intención de leer este libro porque de primeras no me llamaba mucho la atención, pero tras ver que estaba teniendo una muy buena acogida por redes sociales y que todas las valoraciones de Goodreads no bajaban de las tres estrellas, decidí leerlo y un día que estaba en una librería y lo vi, me lo acabé comprando. Me he sentido algo decepcionada con este libro. Esperaba que me acabase gustando tanto como al resto de personas que lo habían leído, pero no ha sido así. Por supuesto, no todos los libros están escritos para que a mí me gusten, pero con este me ha dolido un poco más de lo normal.

Hotaro e Ichiro son mecatrónicos en los bajos fondos de Tokio, por lo que, aceptar cualquier encargo si está bien pagado no es un impedimento. Un día, la mafia, les encarga arreglar y actualizar a Akaashi, un androide y el último neómano del país. A partir de aquí, comienza una narración que gira en torno a esto y descubriremos que, a pesar de ser un androide, Akaashi es más humano de lo que parece. A la par se nos introducirá en la narración momentos con otros personajes que luego tendrán mayor importancia en la historia pero, de primeras, no tiene mucho que ver con la trama principal.

En relación a esto último, tengo que decir que las partes en las que la autora nos introducía otros personajes me resultaban muy confusas. No estoy acostumbrada a los personajes con nombres japoneses, pero tampoco debería de haber supuesto ningún problema. El problema y gran fallo de esta historia, es que, en ningún momento se nos presenta a los personajes. No hay descripciones. Esto pasa con personajes y ambientación. Podría haber sido maravilloso descubrir cómo es el Japón de 2304 que se ha inventado la autora, pero en ningún momento se nos presenta. Al ser una historia de ciencia ficción que tiene lugar en el futuro y en un país como Japón, las descripciones deberían de ser obligatorias tanto en personajes como en ambientación.

«—No. Quiero sentirlo todo. Para recordarlo. Para acordarme de todas las caras. Para que se me quede grabado y no pueda olvidar por muchos milenios o Sentencias que pasen. Pero no quiero que ellos lo sepan. —Un pequeño silencio y Akaashi se giró un poco más, sus ojos encontrándose—. No quiero que me vean sentir.» 

Esto ha sido una gran pega en la historia, pero ha habido cosas que me han gustado. Como el desarrollo de los tres personajes protagonistas: Hotaro, Ichiro y Akaashi. Se nos presentan más personajes, pero como he dicho, al no ser presentados ni descritos, no me quedaba con ninguno y cuando volvían a aparecer se me hacía complicado identificarlos. Hotaro e Ichiro son dos mecatrónicos que, junto a Nanase, tienen un taller de mecánica en los bajos fondos de Tokio. Son completamente distintos, pero a lo largo del libro, se nos demostrará el cariño que se tienen mutuamente y que juntos podrán llegar más lejos que separados. Aunque a Hotaro le cuesta muchas veces ser racional cuando el corazón manda por encima del cerebro. Akaashi, sin duda alguna, es el personaje que más curiosidad e intriga desprende. El neómano esconde más de lo que parece.

La trama principal y secundaria acaban cerradas y encajan las dos perfectamente. Es cierto que se le da más importancia a la principal y, en mi opinión, si se hubiera centrado algo más en la secundaria y en los misterios que se guardan en relación a las narraciones de esos otros personajes, me hubiera llegado a gustar mucho más. La trama principal se averigua desde el principio, pero la secundaria contiene un montón de misterios en relación a otros personajes que me hubiera gustado conocer mucho más. Además, esta segunda trama, tiene que ver con el emperador y, de verdad, que me gustaría que hubiera un libro solamente con esto porque consigues elaborar un montón de teorías y, al final, ninguna casa con la realidad.

La historia tiene cosas buenas, pero, por desgracia, me ha calado mucho la falta de descripciones. Creo que es fundamental en cualquier historia y prefiero que se pasen detallando las cosas a que no haya ninguna. Me quedo con las cosas buenas de la historia: los tres personajes principales y la trama secundaria. Además, hay cosas muy curiosas como el sistema de castas que se nos presenta. Bajo el metal es un libro que, en rasgos generales, no está mal.

«Sabía que era así como había empezando la revolución, con humanos guardando secretos de neómanos y neómanos ocultando cosas a sus dueños, pero cómo no hacerlo. Cómo no ver que Akaashi estaba sufriendo. Y era consciente de que era una máquina, que el dolor que veía en sus ojos no era real, pero él sí lo era y lo que le hacía sentir, también.»